Cleptocracia Sindical


Con motivo de los hechos de público conocimiento ocurridos en los depósitos de Mercado Libre[1] creímos conveniente tratar la cuestión sindical. Los sindicatos son asociaciones de trabajadores que en una sociedad abierta deben servir para todo lo que los asociados consideren pertinente, siempre que no sea la lesión de derechos de terceros (Benegas Lynch (h), pág. 202). Es natural pensar que la negociar con un líder sindical es mas sencillo que hacerlo con los 200 empleados de una empresa grande. Lamentablemente, los sindicatos terminan representando los intereses de los sindicalistas y silenciando la voz de los trabajadores.

En Argentina, el sistema sindical está diseñado sobre la base de lo que se llama el “Sindicato Único” (o “Unicato”). Es decir, hay un solo sindicato por cada rama de la actividad económica. Este es el único autorizado para negociar las condiciones de un convenio colectivo de trabado como mejor lo parezca, y quien decide otorgar estas atribuciones es el Poder Ejecutivo (Espert, pág. 107). Además, los aportes son obligatorios.

En resumen:

·         Desde que empiezo a trabajar en blanco tengo sindicato.

·         Cada vez que cobro mi sueldo, una parte se va al sindicato sin mi autorización.

·         No puedo cambiar de sindicato si el que tengo no me representa.

·         Este será el encargado de negociar por mí.

Es propio del régimen fascista. Pero muy en el fondo, lo único relevante que hacen los sindicatos es negociar salarios. Cosa que no podrían llevar adelante sin políticas inflacionarias y a costa de generar desempleo. Como explicaba Mises allá por 1958:

Bajo el impacto de la política de inflación progresiva, la burocracia sindical adquirió el hábito de pedir, a intervalos regulares, aumentos de salarios, y los empresarios, después de una resistencia simulada, cedieron. (Mises, pág. 204)

Es decir, la inflación hace que el dinero pierda su poder adquisitivo. Con lo cual, los sindicatos pueden lograr aumentos en términos nominales, pero nunca reales[2]. Nos consiguen más billetes que valen menos. ¿Y qué pasa con los puestos de trabajo? Pues, encarezca el trabajo de cualquier actividad, y la cifra de puestos de trabajo en ese sector se reducirá (Friedman, pág. 324). En otras palabras, el mercado laboral se reduce a dos grupos:

1-      Los ocupados que ganan salarios mayores que los que habrían obtenido en un mercado de trabajo libre.

2-      Los desocupados, que no ganan nada y no pueden hacer oír su voz en un convenio colectivo de trabajo.

Nuestra propuesta es abolir este sistema fascista para permitir que los trabajadores decidan si quieren aportar un porcentaje de sus ganancias para un sindicato o no, y que decidan a cuál. Un sindicato que quiera tener afiliados deberá representar los intereses de estos. Si los trabajadores no se sienten representados, dejarán de pagar o lo harán en otro lado. ¿Y si nadie quiere pagar un sindicato? Es porque tan necesarios no eran. La existencia de muchos empresarios proporciona la protección mas fiable y efectiva a la mayoría de los trabajadores (Friedman, pág. 340).

Bibliografía

Benegas Lynch (h), A. (1999). Las Oligarquias Reinantes. Editorial Atlantida.

Espert, J. L. (2017). La Argentina Devorada. Buenos Aires: Galerna.

Friedman, M. (1980). Libertad de Elegir. Nueva York: Hyspamerica Ediciones.

Mises, L. v. (1986). Planificacion para la Libertad. Buenos Aires: Centro de Estudios sobre la LIbertad.

 



[2] El salario nominal es la cantidad de billetes; y el real es todo lo que puedo comprar con esos billetes.

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