Voto no positivo





                     Mi escrito es no positivo


“Mi voto es no positivo”, expresó Julio Cobos en la madrugada del 17 de julio de 2008, después de una maratónica sesión. Cerca de las 5 de la matina, el entonces vicepresidente de la Nación desempató la votación en el Senado sobre la Resolución 125/2008. Corría el 11 marzo de 2008 y se buscaba aplicar un sistema móvil para las retenciones a las exportaciones de soja, trigo, y maíz. Básicamente exprimir el motor de este país. ¿Por qué nada de esto me extraña?


¿Cómo se llegó a esto? Bueno, viento a favor en la exportación de soja. El gobierno no se iba a quedar de brazos cruzados sin intentar morfar de esa torta. 35% de retención parecía poco, por ende tuvieron la maravillosa idea de establecer un nuevo sistema de retenciones móviles a la exportación, sujetando su aumento o disminución a la evolución de los precios internacionales, de modo que, a mayor aumento del precio internacional, menor fuera su impacto en los precios internos. Adicionalmente se anunciaron incentivos para la industria lechera y una mesa de negociación para el sector de la carne bovina.

La resolución tiene diez artículos y un anexo. En el primer artículo se establece la fórmula matemática para determinar la tasa del derecho o retención, en proporción al aumento del precio internacional FOB (ver fórmula en la imagen). Los artículos 2, 3, 4 y 5 están referidos respectivamente al trigo, al maíz, a la soja y al girasol incluyendo, en cada uno, una tabla para calcular la retención que corresponde para cada uno de esos productos cuando fueran exportados en grano (sin industrializar), según el valor internacional alcanzado.



Entendiendo que fue la 125, pensemos en los nombres que tuvieron que ver con esta historia. Lousteau, Moreno, Cristina, Betito. Bueno, linda gente. Todo comenzó cuando el 11 de marzo de 2008, Martín Lousteau, entonces ministro de Economía de Cristina, le lleva la propuesta pues  vaticinaba una posible crisis internacional y sostenía que había que estar preparado, tuvo un encuentro con Néstor Kirchner y le advirtió sobre la situación. El pingüino estaba preocupado por el potencial impacto y pensaba que debían tomarse medidas.


Guillermo Moreno, entonces secretario de Comercio, le había llevado a la presidenta Cristina Kirchner unas "descabelladas" medidas económicas basadas en casi un 64% de retenciones a la soja. "Nos juntamos con Martín para darle a Cristina una alternativa más viable y él con su equipo de trabajo armó la 125", señala el ahora presidente.
El campo no se quedó quieto y se plantó, con el corte de ruta que produjo desabastecimiento y aumentos del 100% en frutas, verduras y carne. En las rutas había cortes y movilizaciones en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Allí estaba la resistencia con los productores, muchos de ellos auto convocados, sin vinculación con las entidades tradicionales del sector, pero unidos y pidiendo lo mismo a la Mesa de Enlace para enfrentar a la 125.




Este conflicto se llevó dos funcionarios pues el 25 de abril renunció Lousteau y asumió Carlos Fernández, un dirigente de bajo perfil. La economía quedó completamente supeditada a la política. Recién el 19 de mayo volvieron a encauzarse las negociaciones, aunque no se llegó a un acuerdo, con más de 60 días de conflicto. Con el correr de los días, la pelea fue el único tema a discutir en la Argentina y el PJ acusó al campo de "golpista". La dirigencia agropecuaria reaccionó ratificando el paro de granos y sumó la interrupción en el envío de ganado a Liniers. Al judicializarse el conflicto, comenzaron las detenciones. El 30 de mayo arrestaron a 8 ruralistas por los cortes en las rutas y el sábado 14 de junio, la Gendarmería hizo lo mismo con Alfredo de Angeli en Gualeguaychú, aunque solo duró unas horas preso. El dirigente rural era uno de los hombres más importantes del conflicto. Ese fin de semana los cacerolazos llegaron a la Quinta de Olivos y el expresidente Néstor Kirchner participó de una manifestación oficialista en Plaza de Mayo.


El debate



El 17 de junio de ese año, Cristina Kirchner anunció el envío al Congreso del proyecto. Se comenta que Néstor les prohibió cambiar una coma al proyecto original a sus diputados El 5 de julio, el gobierno logró pasar el primer escollo en Diputados. Por solo siete votos de diferencia, alcanzaba la media sanción del proyecto de ley de retenciones. Ahora restaba pasar por el Senado. Si bien el resultado no favoreció al campo, que fuera ajustado lo dejó satisfecho.
En el Senado las presiones eran muchas. Los votos se contaban de a uno. El día anterior a la votación, el senador santiagueño Emilio Rached, presionado y nervioso, llamó a Cobos para preguntarle "como amigo" que haría. Cobos, en tanto, le contestó que hiciera lo que su conciencia le dictara.

"Ahí me confirmó que iba a votar a favor; inmediatamente se lo comunique a Alberto para que se tranquilice. Los votos se contaban así. Con el voto de Rached, el gobierno llegaba al número", sostiene Cobos. El "día D", el 17 de julio, fueron diecisiete horas de debate, con un conflicto que mantenía a la sociedad en vilo. "El día de la votación en el Senado -cuenta De Angeli- me llama Rodríguez Saa y me dice: 'Llamalo al turco, que es importante'. Lo llamé y le dije: 'Doctor, la Patria lo necesita, usted es el único que puede consolidar la paz en este país'. Y así fue".

Cerca de la medianoche, Rached llegó al despacho de Cobos. Dijo que había decidido cambiar su voto para hacerlo en contra del proyecto oficial. El gobierno ya sabía que, en caso de empate, la decisión del vicepresidente era una sola y contra eso insistió Fernández hasta el último suspiro. "Vota a favor y mañana citamos a la Mesa de Enlace para una solución", le dijo el exfuncionario.


"Ahí, en el Rosedal, lo que festejamos ya era el empate; era un triunfo para nosotros, nunca pensamos que Cobos iba a tener el coraje de votar como lo hizo", dice Luciano Miguens, expresidente de la Sociedad Rural Argentina.


El presidente del Senado instaba a pasar a un cuarto intermedio para que las partes se pongan de acuerdo. Había cinco proyectos dando vueltas y las entidades aceptarían cualquiera de ellos. Pero los senadores no querían dilatar más la cuestión. El cansancio era enorme. Cobos no había armado ningún discurso. Improvisado, confuso, pero natural, empezó el relato que marcaría el cierre de una historia.

En la madrugada, difícil de comprender al oído, con el peso que implicaba hacerse cargo de la frase, Cobos, dilucidando el empate entre el oficialismo y la oposición, concluyó: "Mi voto es no positivo, mi voto es en contra". De esta manera, el proyecto, enviado por el Poder Ejecutivo y con media sanción de Diputados, fue rechazado.

Consecuencias

Quiebre. Grieta. Llámenlo como quieran, entre las rémoras y los que producen. El quiebre entre el campo y el gobierno fue total y será eterno.  Esta ley no solo se llevó al ministro de Economía sino que unos días después renuncio Alberto Fernández. Por el desgaste político y sus peleas con algunos de los miembros del gobierno de entonces, como Guillermo Moreno, dijo basta. "El respeto hacia mi jerarquía ya no era el mismo; fue un momento de dar un paso al costado", asiente el exfuncionario. Y añade: "A partir de la 125, Cristina dividió el mundo en dos, compró la tesis de unos contra otros".

Estaría bueno que nos gobierne el Albertito de esa temporada.



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