Mi derecho a las drogas
Hoy es el día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. Entendimos conveniente dedicarle algunas líneas, ya que es necesario cuestionar estos eventos. Que sea internacional o que este legislado no quiere decir que algo sea verdad.
Por “Droga” entendemos una
sustancia que posee efectos psicoactivos. Generalmente se usa el término para
aludir a las drogas ilegales (el alcohol también es una sustancia con efectos
psicoactivos, por ejemplo). La delgada línea que divide a las drogas de
las demás sustancias es una ley, es decir, la palabra de 329 legisladores (cuanto menos, cuestionable).
Cabe aclarar que los próximos
párrafos no son una invitación a consumir drogas, sino a despenalizar el
consumo. Por eso, vamos a analizarlo desde varios enfoques:
La
adicción
Suele confundirse “adicción” con
“consumo” y “drogas ilegales”. Una
adicción, por su etimología, significa que el individuo no puede pronunciarse
en contra de algo (A-dicción, sin-decir); es un estado de dependencia o
necesidad. No todos los consumidores son adictos, pueden consumir por infinidad de motivos.
Además, no hay relación alguna entre la ilegalidad y la adicción. Una persona
puede ser adicta al juego o a la pornografía y son perfectamente legales.
Existen personas mas propensas a
caer en una adicción que otras, pero eso no justificaría una legislación para
la población entera. En todo caso, un adicto necesita ir a rehabilitación y no
a prisión.
Aspectos
económicos
Dijo Milton Friedman (Premio
Nobel de Economía):
“El contrabando, los mercados negros,
las transacciones ilegales de todo tipo están tan extendidos como los
impuestos, y minan todo respeto hacia la ley, aunque llevan a cabo un valioso
servicio social al compensar en alguna medida la rigidez de la planificación
central, y hacen posible la satisfacción de necesidades urgentes” (Friedman, pág. 95).
Lo que el autor intenta señalar
es que si una ley impide un intercambio que los particulares quieren realizar,
estos no tendrán mas remedio que hacerlo por fuera de la ley. Como resultado,
todo aquel que quiera drogarse esta obligado a convertirse en un delincuente.
Por último, la ley pierde importancia frente a los habitantes de una comunidad.
Este fenómeno afecta a todas las leyes y no solo a la que prohíbe el
intercambio.
También hay que tener en cuenta
que estos individuos que realizan sus intercambios al margen de la ley pueden
tener conflictos y deben resolverlos. En un mercado legal, los participantes
resuelven sus disputas con abogados, cortes y mediante la arbitración. En un
mercado ilegal, no pueden usar este método y recurren a la violencia (Alvarez, pág.
144).
Esta es la causa de que se asocie a las drogas con la violencia.
Otra cuestión relevante es la prima
por riesgo, o sea, una recompensa monetaria por los peligros asumidos. La
cruzada contra la droga es de tal envergadura que el riesgo es grande y,
consecuentemente, los márgenes operativos son enormes: en algunos casos de
hasta el 2000% (Benegas Lynch (h), pág. 75). Con semejantes ganancias es
de esperar que la producción aumente, que haya incentivos para adquirir nuevos
consumidores y que quede algún vuelto para sobornar a las autoridades de turno.
Por su parte, los consumidores,
siempre buscaran una mayor utilidad a un menor costo. Es entonces cuando
aparecen productos mas potentes por igual o menor precio. Aparecen
nuevas drogas mas peligrosas, las que existen se vuelven más dañinas y se
incrementa el necrosamiento de neuronas. No muy distinto fue lo ocurrido en el
caso de la Ley Seca, en Estados Unidos. Un símbolo de la derrota es el hecho de
que Elliot Ness festejara el fin de la guerra con un trago (Benegas Lynch (h), 1999, pág. 79).
La
cuestión penal
Es, probablemente, el eje central
del debate. En lo tocante a la legislación, y en el caso de Argentina, existe
una fuente que pocas veces se tiene en cuenta: La Constitución Nacional. Es ella lo que fundamenta
todo el ordenamiento. El articulo 19 dice:
Las acciones privadas de los hombres
que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los
magistrados.
En otras palabras, para que algo
este prohibido es necesario que lastime a alguien. El estado no puede penarme
cuando me lastimo solo, porque me estaría imponiendo una moral. El estado es
moral cuando me permite la inmoralidad.
Aun más, creemos que el discurso
de los médicos es incompatible con los actos de gobierno. Es decir, la medicina
tiende a proponer
medidas autoritarias. Veámoslo de la siguiente manera, hay al menos dos formas
en que el discurso estrictamente médico puede participar:
-
Enfoque terapéutico: es todo lo vinculado
a la protección del propio cuerpo. En última instancia, la decisión de cuidar
el cuerpo le corresponde al dueño de este, y no al gobierno.
-
Enfoque auxiliar: también puede aportar
sus conocimientos para colaborar con otras diciplinas, como lo es el derecho
penal. Esto ya ocurrió con la Escuela de Positivismo Criminológico. Estos médicos explicaban
la criminalidad a partir de características físicas. Juzgaban a la gente por lo
que es y no por lo que hace. Nada más autoritario que eso.
También suele decirse que las
drogas ponen agresivos a los jóvenes y salen a robar o a matar. Lo que habitualmente
se pasa por alto
es que el robo y el homicidio ya son delitos. Usar este argumento implica
también castigar a quienes consumen sin robar ni matar. Es, nuevamente,
castigarlos por lo que son.
Tampoco creemos conveniente la
sustitución de la pena de prisión por tratamientos terapéuticos. Para quien no
quiere ser tratado, es exactamente lo mismo que la cárcel (el castigo es la
perdida de libertad). Además, se estaría faltando al principio de legalidad[1] ya que la pena terminaría,
no cuando lo dice la ley, sino cuando el paciente este recuperado (lo cual
puede llevar años).
Es
un tema moral
La última cuestión es: ¿Esta bien decirle
a alguien cómo debe
manejar su propia vida? Y suponiendo que la respuesta sea “Si”, ¿Estaría bien obligar a otra persona a manejar su vida de la
manera que yo creo correcta? En definitiva, es lo intenta hacerse con
las leyes que penan el consumo. La mayoría de los legisladores coincidieron en
que drogarse estaba mal y que había que obligar a la gente a compartir esa
idea.
El adicto es víctima de la
adicción, ya tiene suficientes problemas como para sumarle el peso de la ley.
Eventualmente podemos acompañar, aconsejar, ayudar, pero nunca obligar. Para sustentar esta
posibilidad es necesario partir de la premisa de que la gente es propiedad del
gobierno. Nada más totalitario que eso.
Una
propuesta tímida
Creemos haber dejado en claro que
castigar el consumo de drogas es contraproducente. En muchas ocasiones los
resultados son peores a la situación inicial que se intento mejorar. Por eso,
nuestra propuesta, es la despenalización del consumo de todas las drogas.
Despenalizar la marihuana sola no tiene sentido, los motivos expuestos corren
para cualquier sustancia. Además, el cannabis ya perdió atractivo para el
narcotráfico, por motivos como la potencia y la tolerancia de la
sociedad hacia su consumo.
Nuestro gobierno gasta inmensas
cantidades de dinero en perseguir y castigar el narcotráfico, detenciones,
procesos, etc. ¿Por qué deberíamos tolerar eso? Si nuestros dirigentes quieren
luchar contra la droga deberían ponerle impuestos y regulaciones, como hacen
con el resto de los negocios (Pin, pág. 74). Todo ese dinero sería muy
útil en este contexto de excepción que implica una pandemia.
Si los políticos tienen interés
en que el precio de la droga siga siendo elevado, debe ser por otros motivos…
Bibliografía
Alvarez, G. (2019). Como Hablar con un Conservador.
Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Editorial Paidós.
Benegas Lynch (h), A.
(1999). Las Oligarquias Reinantes. Editorial Atlantida.
Friedman, M. (1980). Libertad
de Elegir. Nueva York: Hyspamerica Ediciones.
Pin, M. (2020). Hagamos
que valga la pena. 64-75. Obtenido de Revista Ama-gi: https://studentsforliberty.org/eslibertad/wp-content/uploads/sites/4/2020/01/2st-Issue-Enero2020-Ama-GI.pdf
[1] El Principio de Legalidad en derecho penal exige que para que un hecho sea punible, la ley debe ser anterior. Además, debe precisar la conducta que será castigada y la pena que debe recibir.
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