Suicidio Moral Inducido


En el presente intentaremos demostrar la superioridad moral del capitalismo. Corresponde comenzar por delimitar algunos contornos:

Por moral entendemos un código de valores destinado a dirigir las elecciones y las acciones del ser humano[1]. Los valores son un tipo de ente, distintos de los sensibles y los ideales. Se llaman valores porque “valen” aunque el sujeto no los valore, y cada uno acarrea su propio disvalor (justicia-injusticia/belleza-fealdad/etc.). La disciplina que estudia a estos entes se conoce como axiología[2]. Y la que se encarga de estudiar y definir aquel código de valores que van a constituir la moral, se la llama ética.

Capitalismo y socialismo tienen presupuestos filosóficos muy dispares que los colocan en senderos opuestos. Estos son los cimientos de su estructura ideológica toda. Nuestro presente trabajo no se centra en buscar contradicciones o falencias prácticas. Intentaremos someter a estos dos sistemas a un “test de moralidad”.

Todo código de valores, como principio rector de la conducta, debe responder una pregunta: ¿Qué es lo más importante del mundo? Este es el valor supremo y constituye una meta. Los valores inferiores representan medios. Pero va a ser aquella meta la que nos va a brindar un patrón para evaluar qué medios son los más eficaces. Es decir, el valor supremo otorga el criterio evaluador de los valores inferiores. El valor supremo es un fin en sí mismo.

Para el capitalismo ese valor supremo es la vida. Es el único fenómeno que constituye un fin en sí mismo. Es un valor ganado y conservado a través de un constante proceso de acción. Todos los demás valores guardan relación con la preservación del valor vida y maximizar el bienestar. Su presupuesto filosófico por excelencia es “ningún hombre tiene derecho a iniciar el uso de la fuerza contra otro”. Por tanto, aquel valor vida acarrea indefectiblemente otros dos valores: libertad y propiedad privada. Pues, el capitalismo, es un desprendimiento necesario del valor justicia. En tanto entendemos por este último “dar a cada uno lo suyo[3], es porque hablamos de propiedad privada. De esta última se desprende la libre disposición de la propiedad. Esto implica comerciar libremente.

Para el socialismo ese valor supremo es el colectivo formado por una clase social. Al igual que los demás colectivismos, adquiere preponderancia un conjunto de individuos por sobre los otros. Esto se debe a que los individuos por fuera de ese colectivo son reducidos a “medios” (por ser valores inferiores). Su presupuesto filosófico por excelencia es que “la necesidad crea derechos”. Se funda en el altruismo, en tanto divide a la sociedad en individuos sacrificables y beneficiarios del sacrificio.

El lugar del beneficiario lo ocupa aquel individuo que necesita algo que otro tiene. Su poseedor no está legitimado moralmente a conservar ese algo, en virtud de una necesidad de otro (que puede serle o no ajena). No siempre, esta última, se fundamenta en razón de un requerimiento ineludible para preservar la vida. Puede ser un anhelo personal o una compensación dadas las “relaciones dispares del mercado”. Tanto es así que su código está compuesto por valores especiales y bastante novedosos. Entre otros:

Justicia social: en la medida en la que es “social”, opera distinto de justicia. Si opera distinto de la justicia, por principio de contradicción, resulta injusta.

Derechos sociales: derechos que afectan solo a una porción de la sociedad[4] (el colectivo), recaen sobre bienes económicos y se ejercen en detrimento de otros derechos de “terceros menos importantes”. Son, en síntesis, derechos a lo ajeno. Son pseudo derechos.

Conciencia social: así como quien niega la existencia de las brujas es hereje[5], quien no tiene conciencia social actúa en detrimento de aquel valor supremo. Por tanto es enemigo. Ergo, solo merece gobernar quien la posee. Ya que:

“hay verdades que están a la vista de todos que, precisamente por eso, el vulgo no las ve o por lo menos no las reconoce”[6]
Debido a esto:
“el estado deberá obrar prescindiendo de la comprensión o incomprensión, de la popularidad o la impopularidad que provoque su modo de proceder en este sentido”[7]
Es claro que la mayor manifestación de moralidad socialista es el auto sacrificio. Cuando una sociedad se opone a este, el estado está legitimado a lograrlo por coacción. La legitimación surge de los derechos que adquiere el colectivo en razón de su necesidad. Estamos frente a un suicidio moral inducido por el estado[8]. Es decir, se nos obliga moralmente a colocar intereses ajenos por sobre nuestra vida. Sin olvidar que, quien nos induce, tiene el monopolio de la violencia física[9].

Puede parecernos paradójico que como las mayorías no son siempre solidarias y requieren ser coaccionadas (o por lo menos así lo plantean los socialistas), haya gobiernos de corte socialista electos democráticamente por la mayoría del cuerpo electoral. Las mayorías buscan coaccionar a las mayorías. Pero creemos que, esa falta de solidaridad se manifiesta de otra manera: exigirle a otro llevar adelante las acciones positivas necesarias para brindar ayuda a los sectores más vulnerables de la sociedad. Ese otro al que se le exige es el estado. De esta manera, las mayorías colectivistas, se desligan de la responsabilidad de ayudar con lo propio.

El capitalismo no nos niega la existencia de sectores más vulnerables que quizás necesiten nuestro apoyo. Pero no nos coacciona a hacerlo, sino que depende de nuestra voluntad. La pregunta es: ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a ayudar a los más necesitados con nuestras propias manos?



[1] Rand, Ayn (1964). La virtud del egoísmo, p. 20.
[2] Carpio, Adolfo (1993). Principios de la filosofía, cap. I “Los problemas de la filosofía”.
[3] La definición de Ulpiano es probablemente la más aceptada en el terreno dela doctrina técnico-jurídica.
[4] Torre, Abelardo (2003). Introducción al derecho, p. 508.
[5] Zaffaroni, Eugenio Raúl (2005). Manual de derecho penal, parte general, p. 125.
[6] Hitler, Adolf (1924). Mi lucha, p. 137.
[7] Hitler, Adolf (1924). Mi lucha, p. 178.
[8] Escribir estado sin mayúscula no constituye un error. Más bien es una manifestación de nuestro agnosticismo, no creemos en ningún ídolo.
[9] El Gewaltmonopol des Staates de Weber.

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